La península de Snæfellsnes es una de las regiones más visitadas de Islandia. Algo normal si pensamos en que Snaefellsnes es una especie de compendio de lo que es toda la isla. Encontraremos volcanes, fiordos, cráteres, glaciares, campos de lava llanuras desoladas y pequeños pueblecitos animados. Algunas de las estampas más famosas de Islandia se encuentran allí. Gracias a no estar demasiado lejos, Ólafsvík, Grundarfjörður o Sttykishólmur se encuentran sólo a unos 200 km de Reykiavik (unas 3 horas de carretera) y a no ser demasiado grande, la península de Snaefellsnes es uno de los destinos obligatorios para un viaje de 7 u 8 días en Islandia, y por supuesto si tenemos más tiempo y nos decantamos por hacer la Ring Road.
Snaefellsnes un resumen de Islandia.
Desde Reykiavik e incluso desde Keflavik y la península de Reykjanes podemos contemplar la punta de la península de Snaefellsnes, y de su punto más conocido, el volcán de Snaefellsnesjökull. La península de Snaefellsnes esta al norte de la capital, a 120 km en línea recta, visible sin problema desde Reikiavik desde que el tiempo sea claro y despejado. Bañada por al norte por el fiordo de Breiðafjörður y al sur por el golfo de Faxaflói, Snaefellsnes se va estirando desde la zona de Borganes y Budardalur.
En el extremo oeste de la peninsula descansa el volcán de Snæfellsjökull. El volcán durmiente que fue la puerta de entrada el centro de la tierra en la novela epónima de Julio Verne. El volcán que mide 1446 metros, está dormido y, claro no se puede entrar porque hay un glaciar sobre él. La zona oeste de la península compone uno de los tres Parques Nacionales de Islandia.
La naturaleza, siempre lo primero en Islandia.
Cuando dejamos atrás Borganes, un lugar ideal para echar gasolina e ir al supermercado, dejamos atrás el último recuerdo de la capital de Reykjavik. Snaefellsnes es un territorio poco poblado y donde la naturaleza sigue primando. Antiguamente la zona era de difícil acceso, sobre todo cuando el viaje en barco era imposible. De hecho la primera carretera para vehículos fue construida en 1963 y la actual, en estado discutible como todas en Islandia data de 1983.
En los últimos años los turistas se han hecho más presentes, pero la falta de instalaciones hoteleras (que se reducen a los dos o tres pueblos principales), hace que mucha gente únicamente pase una jornada en Snaefellsnes. Nosotros les recomendamos al menos dos o tres días ya que hay mucho que ver y hacer. Para ello lo mejor es alquilar una autocarvana o un campervan y quedarse a dormir en los campings y lugares autorizados para pernoctar.
Como llegar a Snaefellsnes.
Viniendo desde el sur por la carretera 54 no encontramos con un cráter en miniatura, el cráter de Eldborg, uno de los más perfectos de la zona. La costa sur se parece a buena parte de las llanuras litorales islandesas. Una costa baja se extiende entre el mar y la cadena montañosa que limita el paisaje. Las playas abundan, generalmente de piedra, pero algunas de casi arena negra. EL mar es traicionero y salvaje, pero muchos pájaros y animales marinos se acercan. Dependiendo de las fechas se pueden ver cetáceos, focas y otros mamíferos marinos, así como una gran variedad de aves.
Por zonas la llanura se recubre de los mantos de coladas de lava solidificadas, por momentos de franjas de limo y escorias producto de inundaciones y corrimientos de tierra. Sobre los antiguos ríos de lava el musgo ha brotado y alguna iglesia perdida se alza el final de una carretea perdida. Otras veces hay alguna granja, pero la zona no es muy poblada. Hay que llegar a Arnarstapi para ver casas. Sin embargo es otra vez la naturaleza la que domina con sus acantilados inundados de aves. El color negro de la roca volcánica que forma órganos, puentes, arcos y cavidades se mezcla con el blanco del guano de las aves. Casi bajo el Snæfellsjökull el humano se hace pequeño y el mundo grande.
El Parque Nacional de Snæfellsjökull no hace más que acentuar esa impresión, más colada, más cráteres e inmensidades sin ninguna construcción.
La zona norte está más poblada, allí encontraremos pueblecitos con encanto en un costa más recortada y protegida. Zonas propicias a los puertos como Hellisandur, Ólafsvík, Grundarfjörður o Stykkishólmur, son los lugares perfectos para pasar la noche. Sin escapar a la naturaleza, por supuesto, ya que las montañas, las bahías, los fiordos se muestran de manera mucho más brutal e impresionante que en la zona sur.
Parque Nacional de Snæfellsjökull.
El volcán de Snæfellsjökull es el centro del Parque Nacional. Se trata de un estratovolcán cubierto por un glaciar. Al igual que de nieve, el volcán está cubierto de leyendas y mitos. En todo caso es uno de los puntos naturales más espectaculares de Islandia. La montaña nevada, pues esa sería la traducción del nombre, sólo deja ver dos pequeños conos negros. Es en realidad el borde de la caldera que se sitúa en la cumbre.
Uno de los puntos más interesanteses un pequeño cono volcánico, el del Saxholar. Este minúsculo volcán parece haber nacido para contemplar tanto el volcán Snæfellsjökull como la llanura que conforma la punta oeste de la península. Puede que sea el lugar más espectacular de toda la zona ya que al Snæfellsjökull sólo se puede escalar con equipo de alpinismo. El Saxholar está situado junto a la carretera 574 que rodea al Snæfellsjökull. Una pasarela metálica abraza a este pequeño volcán que nos puede ayudar a imaginar como es el Snæfellsjökull allá en lo alto.
Las penúltimas erupciones tuvieron lugar hace 4000 años y las últimas hace 1700, por lo que se puede decir que el Snæfellsjökull duerme profundamente… Por ahora. Campos de lava, paisajes lunares donde únicamente el musgo verde fosforescente nos recuerda que estamos en la Tierra. Las rocas desechas y las bombas volcánicas, componen un panorama que, si estamos solos nos lleva lejos, a otras dimensiones y sueños.
Puntos a visitar son el faro de Malarrif y los acantilados caprichosos que se encuentran al este. Y el ya citado cráter de Saxholar. Se dice que el Snæfellsjökull recuerda al Monte Fuji, ya que ambos son estratovolcanes. Pero en Islandia no existe la calma y el sentido zen de Japón. Islandia es brutal y desoladora, en esa aridez y rudeza reposa su misterio y su encanto. Piensen mejor en las Tierras de la Desolación con las que H.P.Lovecraft imaginó la Antártida.
Quizá por ello, -más bien por el aislamiento y las dificultades económicas seculares de esa zona-, muchas leyendas se han anclado en el paisajes. Las leyendas han dado paso al misticismo y al esoterismo cada vez más ridículo de nuestros tiempos, atribuyendo “poder” y “energía” tanto al volcán como a algunos de sus parajes más conocidos. Sin embargo, lo más importante es sentir esa belleza, temporal y que se sabe finita. Porque un día el volcán rugirá de nuevo y una colada de lava lo sepultará todo. para que un nuevo ciclo comience.
Más información sobre el Parque Nacional de Snaeffelsjökull aquí.
Los pueblos de Snæfellsnes.
El contraste es increíble. Pasamos de la desolación a la calidez, del abismo oscuro, de la brutalidad de la naturaleza no humanizada a pequeños remansos de humanidad, donde todas las comodidades están a nuestro alcance. Empezando por las piscinas de agua caliente que todo pueblecito posee. Por ejemplo Ólafsvík, Grundarfjörður o Stykkishólmur. Por supuesto, los pueblos son pequeños, muy pequeños y poco animados para nosotros. A pesar de ello cuentan con bancos, pequeños supermercados, hoteles, algún bar, las indispensables gasolineras y alguna pequeña tienda. Por supuesto, la naturaleza no deja nunca de recordarnos quienes somos y donde estamos. Nunca la perdemos de vista, el ser humano es pequeño en Snæfellsnes.
Una muestra es el monte Kirkjufell. Es sólo una muestra, porque en Olafsvik son los acantilados y la espalda del Snæfellsjökull o en Stykkishólmur su puerto compuesto de un bloque volcánico o la miríada de islas e islotes que inundan el inmenso fiordo de donde salen los ferries que llevan a la tierra de los fiordos Vestfjord, los fiordos del Oeste.
Arnarstapi, es un pequeño puerto al sur de la península Snaefellsnes. Situado justo antes de la entrada al parque nacional. Destaca por sus acantilados e islotes volcánicos, llenos de aves diversas, dependiendo de la época. El pueblo es muy pequeño, aunque posee un bar restaurante. Destaca la escultura de Bardur Snaefellsas de Ragnar Kjartansson. También es posible hacer una ruta de senderismo entre los campos de lava hasta Budir.
Ólafsvík, es uno de los pueblos más grandes y con más servicios. Situado al norte de la península. Tiene servicios, bancos, camping y unas piscinas magnificas, justo a lado de la iglesia. Este edificio de estilo contemporáneo, es uno de los monumentos de la ciudad. Posee un puerto bastante activo.
Grundarfjörður, famosa por el monte Kirkjufell. Se ha convertido en uno de los símbolos de Islandia. Magníficas vistas del monte, una cascada y la posibilidad de realizar algunas rutas de senderismo por la costa.
Stykkishólmur, uno de los pueblos más bonitos de Islandia, sin duda. Tras dejar la carretera 54 nos encaminamos al norte para buscar este puerto coqueto y colorido. Varios edificios de madera muy bonitos, algún bar y todos los servicios que podemos encontrar en Islandia hacen que el lugar sea bastante turístico. Hay algunos B&B y un camping. Desde aquí salen los ferries que nos llevan al sur de los Fiordos del Oeste. Ver amanecer al sol sobre el fiordo es una experiencia única.
Aquí pueden leer un artículo sobre Stykkishólmur.
La carretera 54 se vuelve una pista de tierra de camino a Budardalur. Por ello es recomendable retroceder y coger la 56 para volver a la Ring Road, Borgarnes o Reykiavik. A no ser que tengamos un vehículo adecuado.
Actividades y excursiones en la Península de Snaefellsnes.
Visitas guiadas, deporte, rutas geológicas, las actividades en la zona de Snaefellsnes son numerosas.